sábado, 15 de septiembre de 2012

Cangchong de paz 평화의 강정(노래)

CangChong” de paz




I



Ya se descorre el telón de brisa marina y blanca
ya están listas las postales de la Serena Alborada
que regalan al viajero una ínsula encantada
con aroma a mandarina, de rododendro ataviada


Su perfil es el de un cono; la cumbre, siempre nevada
en su seno largas grutas; cenizas son sus entrañas
y tupido el traje verde del monte que llaman Hálasan
el hogar del picapinos - ¡tac-tac-tac-taguri!”
y de verdor se engalana cuando cae la primavera
con su chaqueta rosada
y botones amarillos que brillan en las mañanas

Las faldas le caen tendidas hasta adentrarse en las aguas
de un mar índigo y turquesa donde los tifones pasan
puntuales cada estío, vaciando el cielo de agua
y se recogen los vuelos en playas negras y albas
donde se arrojan los ríos en espléndidas cascadas

Es una isla curiosa- su contorno es el de un haba;
en tiempos ya muy remotos acogió el reino de Tamna
y florecen las leyendas en sus praderas doradas,
los vientos recios despeinan crines tupidas y largas
a galope por el verde de las laderas floreadas
o arrullan al caminante en las veredas más altas
donde el cervatillo inquieto curiosea entre las matas

El costado más de oriente una sorpresa depara- al caminante,
pues cuando la luna marcha
y el alba suave descorre la niebla de la mañana
se manifiesta un inmenso castillo de fósil lava
recuerdo de un furibundo encuentro de cielo, agua y magma
y es hoy una gran sartén, llena de verde su panza
y en la mañana una estrella, al rojo vivo y muy plácida,
va colando algunos rayos, entre almenas afiladas
del redondeado castillo, hechizo marino de hadas.






II


Donde se abre el bosque verde, y aflora la piel del Hálasan,
labraron los artesanos de la piedra y de la lava



esculturas caprichosas: ¡dragón! ¡caballo! ¡mujer,
con un cántaro a la espalda, que va camino al granero
o viene ya de la fuente de minerales y agua!

La casa, de paja y piedra, está muy bien custodiada;
la guardan hombres rocosos, setas rechonchas y humanas
con las manos en el torso, la sonrisa algo enigmática
media bellota en la testa, ojos amables de mantis
simpática, a los que llaman haruba,
abuelito”en lengua arcaica.

Es conocida la isla por tres cosas que allí faltan:
robos; en las casas puertas; gente que no tenga casa,
y otras tres cosas se dice que se dan en abundancia:
viento, rocas y mujeres- pues en proporción escasa
están los hombres, que, un día, cayeron muchos, en masa;
allá en el cuarenta y ocho, cuando la isla temblara
en una nueva explosión, popular, que no volcánica,
cuando, opuestos la guerra, de la tijera foránea
que dividiera en dos mundos a la gente coreana,
pues dividir es cortar en dos partes cada cara,
y como esos ideales al poder incomodaran,

cayó el puño sobre el pueblo, corrió la sangre y la lágrima






III
Sirenas con neopreno, que buscando perlas nadan
y bucean hasta el fondo, aguantando bajo el agua
la respiración y el genio, pues, cuando pierda la playa
y el roquedo la armonía natural que allí se haya
ya no podrán zambullirse si no es a recoger balas
pues a la Isla de la Paz, como también se le llama,
apreciada por su entorno, que etiquetas no le faltan,
Reserva de la Biosfera, Legado Mundial, y hasta
Parque Global Geológico
y que ya fue de las Siete Maravillas declarada
con festines, alborozo, colorida propaganda;
la isla entera es ya un emblema, símbolo de paz proclamada
publicitada con pompa- ¡qué casuales circunstancias...!
Más parece“un-esco”-bazo en partes muy delicadas
pues junto al pueblo de Cang Chong, paisaje de luna volcánica
jalonado de charquitas, surcado por cien cascadas
donde, al grito, de ¡Kurombi!, los niños cantan y bailan,
con la pala de un bulldozer le están dando, y con la llana
del poder, y con la excusa de la Pax Norteamericana
para plantar una base- naval, idea gris y sensata;
como empresa preventiva la quieren colar, camuflada
mas es temida por muchas
conciencias vilipendiadas- que se han unido en gran corro
con velas y con guitarras; unos han ido a la sombra
por su actitud descarada; otros echaron raíces
en la costa amenazada
por la excavadora fría- por la guerra fría y vana
cosas de grandes potencias, competencia desatada
de escudos, murallas, miedo- todo ajeno a la gente llana
son niños y son ancianos, tienen las manos alzadas
un nazareno rebelde, de blanca túnica y barba
va del brazo de un ex príncipe, al que llamaban Siddharta
mezclados con todo el pueblo
la palabra ‘paz’ rescatan
y de lejanas praderas llegan las canciones cálidas
de veteranos amigos de varias etnias y razas
del país de Luther King- ecos que el océano saltan
de Jerónimo y de Chomsky, que une su pluma a la causa
y llegan cantos de aliento- de la vecina Okinawa
desde los cuatro confines se ven identificadas
gentes, pueblos que padecen de parecidas desgracias
y hasta el galán Redford dice, natural ante la cámara,
que la paz es el camino
y esas bases no hacen falta





La isla de Cheyu

está situada en el Estrecho de Corea, entre la Península de Corea, China y el archipiélago de Japón.













No hay comentarios:

Publicar un comentario