domingo, 22 de mayo de 2011

traducción literaria/ Be water, my friend...

Esta filosofía no afecta sólo a cosas puntuales; funciona para multitud de aspectos de la vida, y cree que el trabajo no es una excepción. L tiene claro que traducir no es una actividad tan libre y espontánea como la creación literaria, pero aun así considera que es importante la independencia respecto a las restricciones de pretender ser demasiado fiel al original. La conclusión a la que llegó tras revisar varias traducciones es que, en una combinación de lenguas tan alejadas, el apego al original a nivel no ya de párrafo, sino hasta de oración y vocabulario -como a menudo se sugiere- no parece muy compatible con el objetivo de producir textos que tengan sentido literario en la lengua de llegada. Fluir, soltarse, no necesariamente implica cambiar excesivamente el original..

En toda obra literaria hay cosas que al autor le gustaría que se tradujesen a otras lenguas (mensaje, recursos estilísticos, contenidos culturales o ideológicos, etc.) y por otra parte elementos accesorios (giros, rasgos de orden sintáctico, etc) propios de la lengua original. Creo que el excesivo apego a estos últimos puede dificultar mucho la traducción de los primeros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario