Yacen juntos, aliados y enemigos,
ya amontonados.
Con la hierba, que se abre paso entre costillas.
Con amapolas, que brotan ya en las órbitas, refulgentes.
Con las muecas grotescas
de herrumbrosas armas.
Hasta que la maleza
lo borre todo.
Ya tienen paz.
Nada les va ya en pensar
por dónde tendrá la frontera
su trazo o si bien,
o mal, se ganó ese palmo de tierra.
Tocó a su fin, el juego de la soga.
Y el mortal secreto vaga por los dientes,
desde los tiempos en que,
en sus propias fronteras,
batallaron
Gentes consumidas de tierras
coreanas, os veo.
Fantasmas. Sombras tras la mesa
de negociación,
donde tu muerte, hermano,
es de planeadas hazañas
el escombro.
Palabras no hay en la muerte,
una pálida mueca, apenas,
en conciencias frías de estadistas.
Sellada está tu sentencia, firmada.
Archivada está.
Adaptación del poema Corea, de Olav H. Hauge
(Luis A. Frailes, 2010)
Olav H. Hauge (1908-1994)
Hauge, que pasó toda su vida en su casa de campo, junto a un hermoso fiordo de su Noruega natal, declaraba sentir como propio el sufrimiento ocurrido en todos los extremos del mundo. En 1951 dedicó este poema al pueblo de Corea, país dividido y devastado por la guerra.
Vídeo: http://blog.naver.com/soncecil?Redirect=Log&logNo=71222179
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